No voy a entrar ahora en el tratamiento mediático del sexo (superficial, patologizador, siempre resaltando peligros, etc.) y su incapacidad para presentar una visión compleja, matizada, positiva.
Lo que me ha llamado la atención es una referencia aparecida en un reciente reportaje, 93 millones de formas de practicar el sexo. Escribe la periodista: “En un estudio que se considera referencia en la materia, Cybersex: The dark side of the force (Cibersexo: el lado oscuro de la fuerza) […]”.
Evidentemente, la periodista no conocía ese libro de antemano sino que lo cita porque alguno de sus “expertos” consultados se lo ha mencionado con admiración. Sin embargo, resulta que no es un estudio sino una recopilación de estudios publicados con anterioridad en la revista Sexual Addiction & Compulsivity (uno de cuyos editores es el científicamente inaceptable Patrick Carnes).
¿Y qué dice sobre este libro el Journal of sex research, una de las revistas más prestigiosas en el campo de la sexología? Pues que es un resumen de las últimas investigaciones que será de utilidad para quien desconozca el área del cibersexo, pero que los clínicos especializados
probablemente no encontrarán lo que buscan en este texto básico y, a veces, simplista.
¿Referencia en la materia? ¿Expertos? Esto es lo que pulula por los periódicos: lo básico y simplista.
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