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Posts Tagged ‘peculiaridad erótica’

cuerdasLa muerte de David Carradine en Tailandia por autoasfixia erótica este verano volvió a sacar a la luz esta práctica erótica para caer rápidamente en el olvido. El patrón se produce de vez en cuando. Un diputado británico, un cantante, alguien famoso, en fin, es encontrado muerto en extrañas circunstancias, que al principio intentan ocultarse. Después se van conociendo otros detalles y al final, entre bromas y patologizaciones, se acaba concluyendo que la asfixia erótica es muy peligrosa y que la gente que la practica está un poco mal de la cabeza.

Sobre esta cuestión me gustaría hacer dos comentarios: uno metodológico y otro sexológico. El metodológico pone en cuestión la extrema peligrosidad de la asfixia erótica. Según los datos más fiables (Sauvageau, 2006), se producen unas 500-1000 muertes al año en Estados Unidos, que tiene una población de 300 millones de habitantes . Es decir, entre 2-3 muertes diarias. Comparado con otras cifras de muertos accidentales parecen bastante bajas. Hasta los muertos por ahogamiento son mayores. De hecho, Carradine murió con 72 años, y que sepamos las peculiaridades eróticas se descubren y empiezan a disfrutar desde muy temprano (adolescencia o primera juventud). Lo que quiere decir que Carradine debía de llevar unos 60 años disfrutando de la autoasfixia erótica de manera segura. (También puede ser que fuera excepcionalmente precavido y un caso no representativo.).

Lo cierto es que carecemos de datos del número de practicantes y su frecuencia para poder estimar la peligrosidad real de la asfixia erótica. Por eso me sorprende que se afirme tan a la ligera que es una práctica muy peligrosa y para contextualizar mínimamente los datos sugiero simplemente ponerlos en relación con otras muertes accidentales . Dado que las estadísticas sobre la asfixia erótica no son completas, solo puedo resaltar las dudas que me surgen al ver la utilización interesada de los escasos datos disponibles (por lo demás, casi siempre de procedencia forense).

El segundo aspecto que me interesa es el enfoque sexológico (o su ausencia) al abordar este asunto.

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max-mosleyTodos los periódicos han recogido la noticia: el presidente de una federación participó en una orgía con cinco prostitutas. Como parte de la fiesta, hubo juego de roles BDSM, algunos de ellos de temática nazi. Piden su dimisión por considerar este comportamiento indigno e incompatible con su cargo. Además, mencionan el parentesco nazi de su padre como agravante. Sobre esto último debo de andar muy despistado porque no creía que los hijos fuesen responsables de la ideología paterna.

Pero vamos al meollo: en sus ratos libres, en el disfrute de su erótica, un señor se monta una orgía, paga a unas prostitutas y juegan a buenos y malos. ¡¡¿Y?!! ¿A quién le importa esto?

¿Hay eróticas dignas e indignas? ¿Ahora hay que ponerse lúbrico sólo con lo políticamente correcto? ¿Acaso los deseos siguen normas sociales? ¿La intromisión en la vida privada no es un rasgo de los fascismos? ¿Sólo son fiables las personas que se acuestan con su esposa en la postura del misionero? ¿Desde cuándo juzgamos la adecuación al trabajo por los deseos eróticos?

No es un caso único. El linchamiento mediático que acompaña cualquier revelación sobre la vida erótica de los personajes públicos (especialmente si se trata de sadomasoquismo) revela el puritanismo que todavía tiñe las actitudes de muchos.

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documentostvAyer por la noche pusieron en Documentos TV un reportaje sobre la transexualidad y el travestismo titulado Cuerpos desobedientes. Como la 2 es una cadena en la que cabe la esperanza de ver algo digno, me animé a ver una hora seguida la televisión. Hablaron casi a partes iguales de la transexualidad y el travestismo, pero encontré la presentación de la transexualidad más sobria y equilibrada.

Para hablar de la transexualidad salió Andrea Planelles, presidenta de la Fundación para la Identidad de Género, y dos mujeres transexuales más: Claudia, una chica triste y muy femenina, con el acento de Enrique Iglesias; y Olga Cambasani, antigua profesora de Filología inglesa en la UAM.

No entraron en muchos detalles y básicamente explicaron en qué consiste la transexualidad (discrepancia entre el sexo biológico y la identidad sexual o de género). Se plantea la transexualidad como algo que uno no elige, aunque sí puede aceptarlo o reprimirlo. En este último caso, acabará saliendo tarde o temprano, y es más duro cuánto más tiempo hayas vivido en un sexo distinto al que realmente sientes que perteneces. En general, ya de niños lo saben y se descubre en juegos que son “gritos silenciosos”, aunque lo suelen ocultar al ver la reacción de los padres. Se pregunta Planelles ¿cómo saber cuál es la identidad sexual de una persona? Solo hay una manera de saberlo: preguntándoselo.
Respecto al travestismo, mostraron a Óscar Casado, “La Demonio”, travesti gay que no se excita al vestirse de mujer y para quien el travestismo es simplemente un trabajo; a Nacho Galán, “Nachalamacha”, para quien tampoco es una liberación vestirse de mujer y sí un trabajo (aunque le gustaba travestirse de pequeño); y a Jordi Roca, “Gina Burdel”, y Gorka Show, Drag queens, sección espectáculos varios. Finalmente, los últimos tres minutos,en tono entre sensacionalista y tenebroso,mencionaron un último tipo de travestismo: el de closet o anonimato. Ocultando su cara e identidad, un hombre habla del sentimiento íntimo de feminidad que necesita satisfacer vistiéndose con ropas femeninas. Descubrió esa peculiaridad suya hacia los veintitantos y lo ha mantenido escondido porque la sociedad lo juzga. Al cabo del tiempo, se lo contó a su pareja con gran culpa. Ahora ésta le anima a salir a la calle; experiencia juzgada muy positivamente. Entre medias, Georgina Burgos comparece como experta en travestismo, lo que resulta un tanto curioso dada su trayectoria y publicaciones, pero todo lo que dice resulta ser sensato (por ejemplo, en contra del estereotipo, que la mayoría son heterosexuales).

Visto con optimismo, ya es positivo que se hable de estas cuestiones sin un tono patologizante, como era habitual no hace tantos años (¡y todavía en ciertos sectores!). Respecto a la transexualidad, no me detendré: hay abundante información y es más frecuente dar con una representación normalizadora. No puedo decir lo mismo del travestismo, que mayoritariamente se presenta en su vertiente fiestera y laboral, de lentejeuelas y pelucones, dejando nuevamente en el armario al travesti genuino –si se me permite la expresión-: el que se viste con ropas del otro sexo por una necesidad de desarrollar su lado femenino, y que en ocasiones se excita con ello. Como el asunto es complejo, prometo volver sobre ello en otra ocasión. Lamento, eso sí, la oportunidad perdida por Documentos TV de acercarnos con más detalle a esa fascinante peculiaridad erótica.

Para saber más

Aparte de un clásico de absoluta vigencia, Los travestis: una investigación sobre el impulso erótico de travestirse (1910) del sexólogo alemán Magnus Hirschfeld (1868-1935), los mejores libros que conozco son Crossdressing, sex and gender del matrimonio Bullough y My husband Betty de Helen Boyd, esposa de un travesti.

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